Reseña: El rostro del tiempo

Time, time, time, see what’s become of me
— The Bangles

Foto de prensa de la película

Por Ignacio Ortiz*

Recuerda es una película de la directora Melina Terribili sobre su padre, Carlos Terribili, un artista visual reconocido por sus retratos y murales, ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires y figura retratada por su hija.

El relato intercala entre fragmentos de distintos momentos de la vida del artista, entre los años noventas, momento donde gesta la obra “El ángel gris”, basada en el libro de su amigo Alejandro Dolina, y sus últimos respiros de vida. Con material de archivo, testimonios y filmaciones caseras, como ese primer plano donde él está confundido y no sabe qué hacer frente a la cámara. Así va lentamente la directora creando el retrato de su padre y la historia de un padre donde la militancia, el arte y la familia convergen.

Mientras la directora va pasando de un tiempo al otro, vemos cómo el personaje retratado pasa de la jovialidad y la fuerza creativa a un estado de vulnerabilidad y vejez. Carlos Terribili va perdiendo sus fuerzas, así como sus animales, que van lentamente quedando sin energías, funcionan como leit motifs de esta impactante imagen. Sutilmente, Melina Terribili se desvía del típico retrato del padre que tanto nos tienen acostumbrados y retrata, en realidad, al tiempo, los estragos del tiempo sobre el cuerpo, sobre la mente, y sobre la propia percepción del tiempo. Como esos últimos e íntimos suspiros que el artista da delante de la cámara.

Es la propia realidad del mundo que rodea a Carlos Terribili la que permite generar este retrato sobre el tiempo. La directora y la gigantesca cantidad de metraje capturado con la cámara, reafirmado la capacidad del cine como extensión de la memoria, parafraseando a Borges, de los pequeños momentos y los grandes detalles muestra ese mundo que se ve erosionado: como el mural en el momento de su realización y el estado actual; el movimiento y la energía de las mascotas del artista que en algún momento el tiempo absorbió; y las propias manos del artista, que al igual que Agnès Varda las muestra frente a cámara como cicatrices de las batallas del pasado.

Melina Terribili en este segundo largometraje en solitario desnuda la relación que tiene con su padre, pero diferente a como lo hicieron otros directores antes que ella. Genera un ambiente, una temporalidad y un relato que nos afirma una cruenta, pero también quizá esperanzadora, realidad. No vamos a estar acá para siempre y el tiempo es muy poco. Pero a lo mejor resulta mejor así, porque lo único que nos queda es encontrar la manera de que lo que hagamos haga retroceder al inapelable avance del tiempo.

 

*Ignacio Ortiz es un estudiante de la Escuela de cine y de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la facultad de Filosofía y Letras, ambas de la UNT. Ha escrito artículos para las revistas digitales Infobae, La Papa, Evaristo cultural, La Tierra Quema y para la sección literaria y de espectáculo del diario La Gaceta.