Hooft, el juez que está siendo juzgado

“Yo no puedo explicar lo que significaba para mí escuchar la voz de un juez, me daba esperanzas. Era la primera persona que escuchaba que no fuera policía, militar o presos. Era la esperanza de volver a la vida, a estar con mi familia”, fueron las palabras de Marta García de Candeloro. Marta declaró el día miércoles en el juicio que se lleva adelante en la ciudad de La Plata contra el suspendido juez marplatense Pedro Hooft, acusado de cómplice en delitos de lesa humanidad durante la dictadura. Ella es una de las principales testigos en esta causa. En el año 1977 fue secuestrada junto a su esposo en la provincia de Neuquén y luego trasladada al Centro Clandestino de Detención (CCD) conocido como ‘La Cueva’, ubicado a más de 1500 metros de la entrada de la Base Aérea de Mar del Plata. Después de la masacre en la que asesinaron a su esposo, estuvo detenida ilegalmente durante seis meses en la comisaría 4° de la policía bonaerense. Marta es una sobreviviente que hoy puede dar su testimonio, su esposo se encuentra desaparecido. Pedro Cornelio Federico Hooft fue denunciado penalmente en el año 2006. Se lo acusa de archivar habeas corpus, no informar sobre la muerte de detenidos-desaparecidos y cerrar causas penales por secuestro sin citar a los testigos. Su accionar, según indican los testimonios y las imputaciones en este juicio, permitió el mayor secuestro masivo de abogados en la Argentina, lo que se conoció como la ‘Noche de las corbatas’. En este operativo fueron llevados al CCD ‘La Cueva' Norberto Centeno, Salvador Arestín, Hugo Alaiz, Camilo Ricci, Carlos Bozzi, José Verde, Tomás Fresneda, María de las Mercedes Argañaraz de Fresneda (embarazada de 4 meses), María Esther Vázquez de García y su esposo Néstor Enrique García Mantica. Pero ese megaoperativo había comenzado un mes antes con el secuestro en Neuquén de Jorge Candeloro y Marta García. El matrimonio fue detenido por pedido del Ejército y enviado a Mar del Plata unos días antes del secuestro del otro grupo. Entre los sobrevivientes de la masacre en la que murieran diez de los doce secuestrados se encuentra Marta García, testigo clave en el juicio contra Hooft.

Después de más de 7 años de haberse presentado la denuncia en su contra, de recusaciones que fueron dilatando el proceso, después de que parte de la corporación judicial lo haya defendido abiertamente en los medios locales de Mar del Plata, Hooft llega al banquillo de los acusados. Habiendo sido suspendido en sus funciones como juez, es juzgado por un tribunal. Los testimonios que se escucharon lo señalan más allá de la intención por parte de sus defensores de posicionarlo como un hombre comprometido con los Derechos Humanos. Marta García aportó documentación que respaldan sus dichos, respondió las preguntas del abogado defensor y cuando este se refirió a los seis meses que estuvo secuestrada como “el breve lapso de detención en la comisaría”, no dudó en dejarle claro cómo se vivían esos días: “estuve seis meses, parecieron años”, le respondió.

La importancia de cada juicio que se sustancia en el país por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar ha sido y seguirá siendo hartamente valorada. Unos tienen significaciones particulares por diversas razones. Este guarda una particularidad que abre otras puertas a las esperanzas que hasta hace unos años atrás parecían adormecidas. Se está juzgando un juez, un responsable civil, pero no un civil más. Una persona que ya por aquel entonces tenía una posición de privilegio. El accionar de los miembros de las fuerzas armadas seguirá siendo juzgado. La responsabilidad directa o indirecta en los delitos aberrantes cometidos durante aquellos años no prescribe. Pero sentar a civiles como los miembros de la Iglesia Católica o los del Poder Judicial demuestra, una vez más, que la impunidad tiene un límite. El límite que la lucha social le puso, una lucha que no se detuvo ni diez, ni 20, ni 30 años después.

“Nunca tuve odio hacia Hooft ni hacia los militares. Yo lo único que esperé es que tuviera un gesto hacia mi familia. Quizá no pudo hacer nada en ese momento pero después, que no aparezca el cuerpo, saber dónde está. Yo me decía que no puede ser que no se sepa", había dicho Marta García ante el tribunal de La Plata. En sus palabras, las palabras de cientos de familiares que siguen buscando. No se trata de revanchismo, no se trata de olvidar y continuar. Se trata, sí, de memoria y construcción colectiva del presente. Todavía hay muchas heridas que curar. Todavía falta saber dónde están. Se trata también de heredar la historia, la que a cada uno le tocó y la que cada uno decide construir.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com

*Fuente Juan Manuel Quintanilla - FM 'La Azotea' - Mar del Plata