Las audiencias terminaron con un testigo clave

Fotografía de Bruno Cerimele

Fotografía de Bruno Cerimele

Los días 20 y 21 de diciembre se concluyó con las audiencias del año por la Megacausa Arsenales II Jefatura II. Estas dos jornadas contaron con la presencia de uno de los testigos más importantes para este juicio: Juan Martín Martín. El día jueves se reprodujo la grabación de su declaración realizada en el año 2010 en el marco del juicio Jefatura I. Fueron 4 horas en las que se volvió a escuchar la narración de su secuestro y las torturas que recibió. También se escucharon los nombres de aquellos desaparecidos que Martín vio en los diferentes Centros Clandestinos de Detención (CCD) en los que estuvo –Jefatura de policía, Ingenio Nueva Baviera, Arsenal Miguel de Azcuénaga – y, lo que no es un dato menor, dio nombres de quienes secuestraban, torturaban e incluso asesinaban en aquellos momentos.

En su declaración explicó lo que significaban las siglas DF (disposición final), recordó que hubo noches en los que les vendaban los ojos más que de costumbre, les tapaban los oídos y “se llevaban compañeros que no volvían más”. Dio nombres de personas que había visto en los diferentes CCD y de aquellos que supo que habían estado porque entre los detenidos se pasaban la mayor información posible.

El testigo indicó entre los interrogadores a D’Ursi, Ugarte, Insaurralde, De Cándido, a los comisarios Sánchez, Moreno y Bulacio, entre otros. Afirmó que no existían interrogaciones sin torturas e indicó como uno de los principales responsables en Jefatura de policía a Roberto Albornoz.

“El testimonio de Juan Martín Martín fue clave desde el principio, allá por 1978 porque fue el que nos sirvió para saber más o menos lo que estaba pasando con los nuestros, nos permitió después entender todo” afirma Marta Rondoletto, una de las querellantes en esta causa y miembro de Familiares de Desaparecidos de Tucumán (FaDeTuc). Y es por eso, por toda la información que contiene, que los miembros de la defensa intentaron desestimar al testigo, ponerlo en el lugar de acusado, atacarlo e incluso evitar hacer preguntas en este momento. Quizás para ganar tiempo propusieron preguntar recién en febrero del 2013, pero ante la oposición de la Fiscalía y las querellas el tribunal resolvió seguir adelante hasta finalizar con Juan Martín.

“Lamentablemente no tiene secuelas de las picanas”

Las palabras de la abogada de la defensa Julieta Jorrat dejaron paralizada a toda la audiencia que no podía creer lo que acababa de escuchar. La doctora Laura Figueroa reaccionó ante semejante atrocidad y exigió al tribunal que se respete no solamente al testigo sino a todos los familiares de desaparecidos que allí se encontraban presentes.

Ese fue quizás la estrategia de desacreditación menos comprensible de toda la jornada. Fue sin lugar dudas la estrategia más baja que un letrado pudo haber usado, agravada además por la reprochable actitud de querer negar lo que quedó registrado y fue escuchado por todos.

Una clase de historia oficial preparada

El día jueves, antes de reanudarse la audiencia, el imputado Jorge Lazarte pidió la palabra para hacer algunas consideraciones. Se sentó frente al tribunal y comenzó a hablar de los 29 testimonios que pasaron en estos días de juicio, los que, según dijo, “en la mayoría de los casos se manifestaron como pertenecientes a organizaciones de superficie, libres y  legales”.  A partir de este discurso Lazarte planteó una inquietud que enunció en plural, pero nunca aclaró a quienes incluía ese nosotros: “Nos surgía la duda de qué pasó entonces cuando el ejército argentino y las fuerzas de seguridad tuvieron que salir a la calle, a qué enemigo tenían que enfrentar”.

De este modo introdujo una narración de lo que habría hecho “necesario” el accionar de las fuerzas armadas a mediados de la década del 70. Para esta pequeña clase el imputado fue preparado con un puntero láser que usó para hacer indicaciones en un mapa de Tucumán. Luego pidió a Luis Ocaranza que leyera un fragmento escrito por Juan Domingo Perón y por último, para completar una muy bien preparada clase quiso presentar un gráfico. Aquí fue cuando la tecnología no lo acompañó y se frustró el final de lo que en realidad fue otro discurso más explicando, todavía, que las atrocidades cometidas se justificaban como un accionar patriótico.

Casi 30 años de democracia, de reconstrucción de la historia y de luchas sociales permiten hoy llevar adelante este juicio que junto a otros demuestran que los crímenes cometidos no prescriben. Son delitos de lesa humanidad que no se justifican ni siquiera en el marco de una guerra. Guerra que ya está hartamente demostrado que aquí no existió.

“No aclares que oscurece”

Así reza el refrán tan utilizado generación tras generación. Quizás eso le tendría que haber dicho alguien a De Cándido que también pidió hacer uso de la palabra antes de terminar la audiencia.

En su exposición más que defenderse, o como estrategia para defenderse, incriminó a Juan Martín directamente. Pero en su afán de acusar a quien fuere testigo, se hizo cargo de ser parte de los secuestradores, torturadores y asesinos.

Los familiares de los imputados presentes aplaudieron y ovacionaron como si no se pudieran dar cuenta que esta acusación terminó siendo, en definitiva, autoincriminatoria.

El abogado querellante Daniel Weisemberg, una vez terminada la audiencia, dejó claro que estas manifestaciones en las que los imputados reconocen su responsabilidad en los delitos juzgados, podrán ser valoradas por el tribunal a la hora de dictar sentencia. Debe quedar claro que estas aclaraciones, consideraciones y declaraciones, los imputados las hicieron por propia voluntad y en la presencia de sus defensores.

30.000 compañeros desaparecidos ¡PRESENTES!

El final de las audiencias del año 2013 cerró con un acto en homenaje a los desaparecidos durante la última dictadura militar. Allí estuvieron presentes HIJOS, FaDeTuc, la Fundación Memorias e Identidades del Tucumán entre muchas otras que hoy apoyan y trabajan porque la historia se siga escribiendo con Verdad y Justicia.

Las conclusiones y balances de lo que va del juicio fueron, en líneas generales, positivas. Julia Vitar expresó que “una de las cosas más positivas que hemos conseguido es que este juicio que tiene más de 30 años de atraso comience (…) también es importante que tengamos un juicio donde discutamos todas estas responsabilidades, militares, civiles e incluso de la Iglesia”

Este juicio que se reanudará el jueves 7 de febrero es en realidad la consecución de años de lucha y de la incansable labor de las organizaciones sociales que trabajaron por más de 30 años en armar pedacito a pedacito, como un rompecabezas, esa parte de la historia que los genocidas quisieron borrar.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar