Actitud de barrio

En los barrios de Tucumán se llevan adelante proyectos que, de la mano de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), permiten a los adolescentes autoconocerse, pensarse como sujetos políticos y orientar su vocación. Desde hacer música y elegir una carrera universitaria hasta crear lazos de amistad y manifestar sus ideas. Con esos objetivos se desarrollan UNT: vamos a los barrios y Música de acá. Ambos impulsan el crecimiento vocacional de los chicos sin salir de la propia realidad de cada barrio.                                              

Acciones como construir, expresar y hacer arte pueden convivir dentro de la educación. Así, estos proyectos demuestran que manifestarse y, al mismo tiempo, aprender es una forma de perder el miedo. “A través de estas prácticas los mismos chicos dicen ‘puedo escribir esta canción’ o ‘puedo hablar sobre este tema’. Así surgen ciertas situaciones o problemáticas sociales donde la música sirve de comunicador”, explica Laura Avendaño, psicóloga a cargo del proyecto que acercó la universidad a los barrios. Como resultado, los chicos encuentran la confianza en sus aptitudes y eligen su vocación con seguridad. “Considero a la educación como la principal herramienta de inclusión social. En eso me baso cuando digo que todas estas herramientas de construcción en los jóvenes, como la música o la radio, son las que permiten el verdadero aprendizaje significativo”, enfatiza Avendaño.

La guitarra, el teclado y el micrófono son materiales que provocan a los chicos para mostrarse tal cual son. Para sentirse parte. “Sin la música no sabría que hacer y creo que en lo que más útil me siento es en la música. En hacerla y compartirla. Para mí ha sido muy importante”, cuenta Maximiliano Soria, quien conformó una banda a partir de su participación en el Centro de Actividades Juveniles (CAJ) del barrio El Gráfico II de la localidad de Las Talitas. En ese CAJ se conoció con Rodrigo Sierra y juntos descubrieron su afición por el rock. Así surgió La pesada del CAJ, como un grupo de amigos que empezó a hacer música por diversión. “Conocí mi talento para conformar un grupo y me sentí muy cómodo al estar entre amigos. Al principio fue difícil porque me sentía avergonzado, pero después de tocar por primera vez me sentí más suelto. Así que la música para mí es lo que me libera”, expresa Rodrigo, integrante de La pesada del CAJ.

Música de acá es la prueba fehaciente de la importancia de la música como medio de desarrollo social. Este proyecto se gestó durante el año pasado en el Centro Cultural Caracol del Norte. No solo se trató de aprender a tocar un instrumento, sino de animarse a expresarse y de aprender a construir de forma colaborativa. A través de clínicas de perfeccionamiento, diversas bandas barriales se capacitaron y grabaron un CD de estudio con canciones de cada banda. El proyecto culminó con la presentación en vivo del disco en el teatro Alberdi de Tucumán. “La música es el principal agente socializador y permite saltar los estratos sociales. Permite que gente de diferentes barrios y edades confluyamos en la música”, cuenta Micky Plano, integrante del proyecto. Esta mirada sobre lo barrial calla los prejuicios estigmatizantes sobre los adolescentes, brinda herramientas para el empoderamiento de la palabra y da protagonismo a los chicos. “Nosotros teníamos un grupo llamado Life is music y uno de los integrantes nos contó de Música de acá. Fuimos a ver que onda y nos gustó tanto que gracias a ellos pudimos seguir haciendo música”, cuenta Agustina Guaraz, quien participó con su banda barrial en la experiencia. “A mí me sirvió mucho. Yo cantaba y era muy inhibida y al ponerme como coordinadora en un espacio de tal magnitud me ayudó a crecer en ese sentido. Ahora yo puedo pararme en un escenario y cantar tranquila”, relata Andrea Abad, integrante de la asociación civil Crecer Juntos, co-organizadora de Música de Acá.

Este tipo de experiencia tiene como mayor virtud la visibilización, la puesta en marcha de nuevas miradas y la inclusión a través de la cultura. “Nos saca de ese lugar de consumidores pasivos de la música para tener protagonismo. Para decir las cosas que queremos decir. Nos visibiliza y nos posiciona en un escenario alternativo y alterativo de lo hegemónico”, resume Micky. Es por ellos que durante el año 2016 se planea una segunda edición de este proyecto, al mismo tiempo que se exige la continuidad de este tipo de experiencia como UNT: Vamos a los barrios, donde las oportunidades se abren espacio. Así, Laura Avendaño considera que la importancia radica en que estos espacios sigan adelante y se apropien en la escuelas “y que, a la vez, la escuela salga a la comunidad para que se sepa que en los centro de actividades juveniles, por ejemplo, hay jóvenes genios que con su arte transforman su vida”.