Cuando la solidaridad de tu vecino es la única respuesta

Fotografía de Defina Campero | Colectivo La Palta

Si a la problemática habitacional que vive la provincia de Tucumán le faltaba algo, las últimas tormentas de la semana completaron el cartón. Casillas destruidas, techos caídos, tierras completamente cubiertas de agua, entre otras cosas, fueron el saldo en los asentamientos de la provincia. En la ciudad de Alderetes, donde más de 1500 familias ocupan las hectáreas que pertenecerían al ingenio Concepción, la tormenta golpeó y muy fuerte. Ante la desesperación de ver sus casas destruirse, los vecinos del asentamiento trataron de proteger a sus familias y esperar en la oscuridad que la lluvia y el viento dejaran de provocar tanto daño.

“Con la tormenta se me cayó el techo. Si bien las paredes de la casa están clavadas en la tierra, el techo no soportó porque es de nailon. Nosotros no tenemos para una casilla, armamos nuestra casa con cosas que nos dieron los vecinos. En el medio de la tormenta vino un vecino y se llevó a mi señora y a mis hijas a una casilla y yo  me quede acá a cuidar las cosas porque roban todo”, cuenta Emilio Galdo, uno de los más afectados del predio. Su relato continúa: “me quedé acá, lo soporté, se me cayó el techo y me metí abajo de una mesa a esperar que deje de llover, que pase todo el viento, y ahí salí y vi que todo esto era una pileta gigante. Me fui a ver como estaban las chicas y me volví a cuidar la casa hasta el otro día”.

Fotografía de Defina Campero | Colectivo La Palta

Emilio y su familia, formada por su esposa y tres hijas, viven en el asentamiento desde hace cuatro meses. Ellos decidieron migrar de las villas bonaerenses en busca de un lugar mejor para que sus hijas puedan vivir. En el asentamiento del ingenio Concepción fabricaron su casa y, a pesar de no tener trabajo, descubrieron en sus vecinos la mayor solidaridad desde que están en Tucumán. Aunque han perdido el techo de su vivienda, la familia Galdo se respalda en sus vecinos que siempre les dieron una mano.

“Ninguna autoridad se hizo presente después del desastre, solo los vecinos. Todo con la solidaridad de ellos, son los únicos con los que cuento”, explica Emilio esperanzado en que la misma comunidad lo ayudará a salir adelante.

Fotografía de Defina Campero | Colectivo La Palta

Luego de la tormenta y el susto, llegó la angustia de ver todo lo que se perdió. Colchones mojados, los pocos muebles humedecidos y muchas cosas de valor perdidas.  “Mi señora trabaja haciendo cosas con goma eva y telgopor, con eso sobrevivimos, y todo eso se perdió”, se lamenta Emilio. Sin embargo, la familia decidió volver a empezar. Los materiales para construir de nuevo su casa salen de las mismas cañas, los supermercados les donan la madera y con sus propias manos se arman las paredes. De todos modos, a pesar de querer volver a trabajar para levantar sus casas, las familias del asentamiento no pueden hacer nada hasta que las tierras no se sequen, pues el terreno permanece movedizo y un viento fuerte provocaría el derrumbe nuevamente.

Más allá de todos los problemas que se puedan vivir en un asentamiento, las familias sostienen que ése es su lugar, no tienen a dónde más ir. Ningún organismo estatal les ofrece otra cosa, la comunidad ya fue formada y solos entre ellos encuentran el respaldo que necesitan. “Yo de acá no me muevo, mi familia de acá no se mueve, este es nuestro lugar”, finaliza Galdo, convencido de sus palabras.

Delfina Campero

dcampero@colectivolapalta.com.ar