Oscar con barbijo: los premios a las películas del año pandémico
/Por Pablo Jeger
Este domingo se entregan los premios Oscar, en los que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas reconoce a lo mejor del cine. Como siempre, uno espera que la Academia premie a las películas que mejor logran hacer reír, llorar, emocionar y en definitiva entretener a una porción más o menos considerable del público. Y como siempre, la lista de nominadas no parece responder a esto y muestra una total falta de variedad de géneros.
Por ejemplo, no hay ninguna comedia nominada a mejor película, y en los últimos años es una rareza que una comedia logre una nominación importante. Usted puede pensar, como quizás piensa la Academia, que se trata de un género menor, fácil y olvidable, pero pregúntese si el común del público e incluso la crítica recuerdan más a Zoolander y a Chicas pesadas (que tienen más de 15 años) o a Green book y La forma del agua (que ganaron el premio mayor hace menos de cinco). No, claro que los criterios de la Academia son más oscuros. En una época se decía que se premiaban no películas sino mensajes: mensajes políticos, ideológicos o morales, y por eso suele resaltarse que las nominadas tocan temas importantes, como si eso constituyera alguna forma de valentía. Pero tampoco parece ser una regla general: de algunas ganadoras como Birdman ni siquiera se puede rescatar eso.
En última instancia, uno asume que existe una entidad semi-abstracta llamada lobby que mueve ciertos hilos que no vemos y responde a ciertos intereses que desconocemos. A lo mejor ese lobby es también responsable de una ceremonia aburrida y un poco ñoña. Si los premios de los últimos años son cuestionables, las premiaciones directamente pasaron a ser un clavo, no entretienen a nadie y se limitaron a ser un espacio para que las celebridades se muestren consternadas y se sientan mucho más importantes de lo que realmente son.
Y si parezco exagerado, consideren esto: hace cuatro años, cuando la brillante actriz Viola Davis subió al escenario a recibir el Oscar a Mejor actriz de reparto por la no muy brillante película Fences, dijo: “los artistas somos la única profesión que celebra lo que es vivir una vida”. Esta cita no está sacada de contexto, lo dijo al borde de las lágrimas y sin ningún tipo de vergüenza o conciencia de la arrogancia propia. Para colmo el público, en vez de tener una reacción sensata (o sea abuchearla y arrancar las butacas para tirárselas por la cabeza), ¡la aplaudió! Entonces uno cae en la cuenta de que Hollywood es un gran delirio colectivo que no puede ser tomado muy en serio.
Así las cosas, uno es adulto y entiende que las películas nominadas no tienen la culpa de nada de esto, y todos los años se presta a verlas, e indefectiblemente descubre que hay buenas e incluso muy buenas películas consideradas. Este año no es la excepción, y más allá del habitual menú de temáticas (es decir, discapacidades, enfermedades, conflictos raciales, activismo político, Hollywood hablando de Hollywood), hay obras más que interesantes. A continuación va una breve reseña de cada una de las ocho nominadas a mejor película, con sus respectivos puntajes.
1. The father
The father es una película dirigida por el francés Florian Zeller, basada en la obra de teatro escrita por él mismo, sobre un anciano con Alzheimer o demencia senil o alguna enfermedad similar e indefinida, y la muy difícil tarea que tiene su hija cuidándolo. La película cumple con lo que más se espera cuando una obra de teatro es llevada al cine: es decir, pocos actores que se lucen mucho en largos diálogos (las actuaciones de Anthony Hopkins y Olivia Colman son sobresalientes). The father es además una producción muy británica en sus interiores y en su musicalización operística. Pero el guión no se limita a retratar una enfermedad sino que la aprovecha para utilizar una narrativa no lineal, con saltos temporales (al estilo del fluir de la conciencia utilizado, por ejemplo, por William Faulkner en la primera parte de El sonido y la furia, relatada desde la perspectiva de un personaje con un retraso mental). Esta narrativa desordenada no es un capricho, sino que permite desarrollar el tema central: la pérdida de la noción del tiempo (no por nada aparece un reloj perdido como leitmotiv en toda la película). Quizás el mayor mérito de The father no esté precisamente en su parte emotiva ni en el desarrollo de las relaciones familiares, sino en la construcción de ese laberinto abstracto, de esa cárcel mental en la que el enfermo está atrapado.
Puntaje: 3 paltas y media
2. Judas and the black Messiah
Judas and the black Messiah es la historia real de William O’Neal, un informante del FBI que se infiltra en el Partido Pantera Negra, de Chicago, y sus actos de traición que derivan en el asesinato del lider activista Fred Hampton. O sea, es una biopic bastante convencional cuya perspectiva histórica sin dudas es interesante, pero cuya narrativa no es muy atrapante y está lejos de transmitir la tensión propia de los thrillers sobre agentes encubiertos, policías y ladrones. Existen, sí, algunas escenas de transpiración, un poco impostada, en los que nuestro Judas parecerá a punto de resbalarse, pero, una vez que Hampton es arrestado y O’Neal crece de manera sigilosa dentro de las Panteras Negras, la sensación es la de una partida de ajedrez ya cocinada en la que el rey negro eventualmente va a caer. Judas and the black Messiah transcurre entonces entre búnkers, celdas y oficinas del FBI, en donde las piezas se mueven lentamente. Ocasionalmente se sacrifican algunos peones, pero ambos personajes están atrapados en su juego: el infiltrado no puede escapar del FBI y el activista no puede ganar ni eludir sus batallas. Finalmente, es necesario un acto de traición para transformar al Mesías en mártir y llevar la película a las imágenes de archivo y las leyendas que resumen el destino de los personajes.
Puntaje: 3 paltas
3. Mank
Mank es una biopic basada en una vieja polémica: la injerencia del guionista Herman Mankiewicz (el Mank del título) en la autoría del guión de Citizen Kane, la ópera prima de Orson Welles (que es considerada en el cine algo así como el gol de Maradona a los ingleses). Mank cuenta las peripecias de Mankiewicz en el Hollywood de los años 30, codeándose con personalidades como el magnate de la prensa William Randolph Hearst y su pareja, la actriz Marion Davies. Este relato es alternado con uno posterior: el aislamiento de Mankiewicz diez años después, escribiendo la película cuyo personaje está inspirado en Hearst y que generó un gran enojo en él. Este Hollywood de los 30 habla, sobre todo, de oscuros hombres poderosos que controlan los medios de comunicación y el cine, y que juegan con los límites entre la realidad y la ficción que eligen que el público vea. Claro que todo esto ya estaba implícito en Citizen Kane, hace casi ochenta años, pero dentro de una biografía mucho más profunda y con una narrativa mucho más interesante. Para colmo, Citizen Kane también generó una mejor polémica, porque habrá uno que otro fanático de Orson Welles indignado, pero a nadie normal le importa quién es el verdadero autor de una película vieja. En ese sentido, Mank parece un subproducto de menor valor pensado para aprovechar la cáscara de la fruta; y, considerando que Citizen Kane no ganó el Oscar a mejor película, sería una cargada que este domingo lo gane justamente Mank. Pero más allá de las comparaciones, que pueden ser odiosas, vale mencionar lo entrañable y querible que resulta el personaje principal: un guionista decadente y ludópata, un borracho de caricatura con tendencias socialistas, un contestatario e irreverente Gary Oldman.
Plataforma de streaming: Netflix.
Puntaje: 3 paltas
4. Minari
Minari es una película coreana. Bah, en realidad es una película americana sobre una familia coreana inmigrante en una pequeña granja de Arkansas en los 80. Está hablada principalmente en coreano (aunque también en inglés) y su director Lee Isaac Chung nació en Denver, pero su familia es coreana (se supone que Minari está basada vagamente en su infancia). Más allá de su origen, es la historia del matrimonio inestable, en recesión, de Jacob y Monica, del trabajo diario de ambos en un criadero avícola y del proyecto económico familiar (casi personal de Jacob) de cultivar y vender vegetales coreanos. También es la historia de sus dos hijos biculturales, Anna y el pequeño David, y de la relación de este último con su abuela recién llegada de Corea con la que pasa la mayor parte del tiempo, una abuela que no cocina galletas y que está lejos del estereotipo de abuela que esperaba David. Pero principalmente, Minari es una película sobre las numerosas complicaciones que le toca enfrentar al inmigrante, sobre el estoicismo en sus empresas, sobre el peso de las cruces que a veces le toca cargar, sobre la adversidad en la salud, en el dinero y en el amor. Y Minari es también una planta, una especie de perejil coreano que es comestible, saludable, medicinal, y que crece en cualquier lugar, como la maleza. Sobre este crecimiento está construida la metáfora de esta película.
Puntaje: 3 paltas y media
5. Nomadland
Nomadland llega a este domingo perfilada como una de las favoritas. Su premisa es sencilla: Fern es una mujer que viene de perder todo después de la Gran Recesión de 2008: su trabajo, su pareja, hasta el pueblo en el que vivía. Ante esto, decide vivir como una nómada moderna en un motorhome. A simple vista Nomadland es otro gran capítulo del romance entre el cine americano y sus carreteras, que desde Las uvas de la ira hasta Thelma & Louise siempre fue madera para personajes memorables: parias, rebeldes, apostadores, fugitivos, renegados, delincuentes. Fern (interpretada por Frances McDormand, a esta altura casi una garantía eligiendo proyectos) no es precisamente nada de eso, aunque sí representa a una comunidad de excluidos por el sistema: ancianos que, lejos de vivir una cómoda vejez en una casa de dos pisos, comparten la ruta, persiguen trabajos temporales, se reúnen ocasionalmente e intercambian pequeños consejos y pertenencias. Hay, en algunas escenas, una lectura interesante sobre esta microeconomía de los nómadas y sobre cómo ellos representan la otra cara de un país pudiente, pero estas reflexiones siempre parecen laterales. Por ejemplo, cuando este gurú parecido a Papá Noel está disertando sobre la tiranía del dólar, su discurso se escucha empezado e incompleto. En ese sentido, la directora Chloé Zhao hizo un buen trabajo mudo para transmitir la soledad de su personaje principal: en la viudez, en el desarraigo, en Año Nuevo o en un pueblo fantasma. Pero además hizo un enorme trabajo para poner una forma de belleza por encima de todo, para darle protagonismo a los fogones, a la poesía y a un millón de atardeceres.
Plataforma de streaming: Hulu.
Puntaje: 4 paltas y media
6. Promising young woman
Promising young woman es la película hilo de Twitter del año, o sea, la que habla de una temática coyuntural, actual, vigente. En este caso, la violación de una mujer universitaria y las consecuencias sobre su mejor amiga, la protagonista de la película, siete años después. Sobre esto, la directora Emerald Fennell construye una historia de venganza, con separadores y enemigos enumerados que remiten a Kill Bill. Imagino que Promising young woman abrirá una serie de debates (políticos, ideológicos o morales) referidos más a la temática de la película que a la película en sí. Yo pretendo saltear estos debates, de la misma manera que los salteo, por ejemplo (y aprovechando la conexión con Kill Bill) cuando Quentin Tarantino banaliza la esclavitud o el nazismo o cualquier temática seria en pos de crear entretenimiento. Pero mientras Tarantino era y todavía es capaz de escribir un guión completo y redondo, el guión de Promising young woman es precisamente su punto más débil. Señalo un par de problemas, ambos en la segunda mitad. El primero aparece cuando la historia entra en un paréntesis de comedia romántica (un momento innecesario) y para salir de ese pozo narrativo recurre a un artificio bastante berreta: una personaje secundaria y olvidada reaparece mágicamente con un viejo celular resucitado a presentar un video cuya única función es recordarle a la protagonista su verdadero propósito. El segundo problema sobreviene en el clímax de la película: cuando todo parece indicar que vamos a ver fuegos artificiales, de repente se suspende la función. Calculo que hay un motivo detrás de ese volantazo (un motivo relacionado con el mensaje de la película) pero imaginen, por ejemplo, que en Bastardos sin gloria el teatro no se incendie. Es un acto de mezquindad absoluta, tanto con la heroína como con el público.
Puntaje: 2 paltas
7. Sound of metal
Sound of metal es una película escrita y dirigida por Darius Marder, que trata sobre Ruben, un baterista de heavy metal que vive en un motorhome (o van, no entiendo cuál es la diferencia pero es como la de Nomadland) con su novia y compañera de banda, Lou. La película narra los cambios drásticos en la vida de ambos cuando Ruben empieza a perder la audición. Sound of metal es una película gris, sin grandes tonos de esperanza. Está muy lejos de ser la historia de superación de un discapacitado y, por el contrario, parece la historia de un duelo. Este es un duelo completo, con todas las etapas atribuidas en el célebre modelo Kübler-Ross: Ruben pasará por la negación, por la ira, por la depresión, por la negociación en el sentido más literal y finalmente por la aceptación. En este camino del protagonista, Sound of metal hace un retrato de la sordera, que no es precisamente una apología pero sí una resignificación constante y tácita. Primero, claro, cuando el baterista no puede hacer su trabajo, la sordera es discapacidad. Pero cuando el motorhome ingresa a una comunidad rural y alejada, la sordera representa el aislamiento. Luego, el jefe de esta comunidad, Joe, enfrenta a Ruben con una sala vacía, en la que debe sentarse a escribir y tomar café, y entonces la sordera se transforma en un sinónimo de ocio. Cuando el deseo de un implante le cuesta a Ruben la expulsión de la comunidad, la sordera es entendida como una forma de gregarismo. Finalmente, en una ciudad ruidosa, la sordera es silencio y el silencio es paz.
Plataforma de streaming: Amazon Prime Video.
Puntaje: 4 paltas
8. The trial of Chicago 7
El año pasado escribí sobre The trial of Chicago 7 acá, pero vale repetir que es una gran película sobre el juicio a siete manifestantes, que está contada con un buen ritmo, que tiene un excelente elenco, pero sobre todo un guión superlativo (que posiblemente no sea premiado aunque lo merece). También escribí que es una película tradicionalmente yanki, que evoca al cine de los 90, y ahora agregaría que es la película más tradicionalmente yanki de las nominadas, incluso más que Mank, o sea, es más Hollywood que Hollywood. Mucho tiene que ver en esto la economía de diálogos en algunas nominadas: en Sound of metal abundan los silencios, mientras que Nomadland y Minari recurren principalmente a la música de partitura. Frente a estas, la película danesa Druk, de Thomas Vinterberg (favorita de este año en la categoría de mejor película extranjera), resulta verborrágica y hasta gritona. Quizás ese Hollywood de los 90 que representa The trial of Chicago 7 ya quedó muy lejos y el que se viene es uno mucho más callado.
Plataforma de streaming: Netflix