“La invitación al paraíso bajo la forma de un libro”

Minuto a minuto escucho el latido de ese corazón enterrado en lo profundo de la habitación. Su resonar apagado y presuroso es cada vez más fuerte..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Mi mente me transporta a ese lugar. Cada palabra leída genera sentimientos encontrados y los detalles comienzan a marcarse, introduciéndome en una dimensión paralela. Aquel espacio al que solo un libro y la imaginación pueden llevarte.

Fotografía cortesía de  Maggie Smith / FreeDigitalPhotos.net

Para muchos leer es sinónimo de conocimiento, pero para otros es más que eso. Leer es sumergirse en un espacio mágico, donde el placer representa una de las esencias de la lectura. Fabián Soberón*, escritor tucumano, encontró las palabras exactas para definir esta idea. “Un libro me depara no sólo la felicidad, no sólo la imaginación de un mundo, no sólo la compañía inmaterial de los personajes. Un libro me entrega, fundamentalmente, el encuentro físico con el placer. La lectura genera un placer irreemplazable. En contra de lo que postulaban los militantes políticos en los sesenta, creo que un libro no hace la revolución ni tampoco puede cambiar el mundo. Sin embargo, un libro provoca un goce incomparable. Y eso es un hecho maravilloso”, expresó.

En los últimos días se celebró el Día Mundial del Libro. Una fecha importante para pensar qué tanto leemos y por qué lo hacemos. Algunas personas dirán que lo hacen solo por diversión, por obligación, por placer y, hasta quizás, porque quieren pertenecer a un determinado grupo social. Aún así, en los últimos años, circularon titulares y profesionales que dicen que cada vez los niños y jóvenes leen menos.

Ante esta visión apocalíptica de la lectura, Soberón destacó: “Creo que ese dictamen se queda en la anécdota, en la mera fórmula. No creo que importe mucho la cantidad. La lectura es un hecho individual y, a diferencia de los fenómenos masivos, no requiere de la participación de muchos. La lectura, como la escritura creativa, es un encuentro solitario y utópico con un libro. Y ese objeto maravilloso puede darnos la compañía de muchos. En ese encuentro increíble, las voces y los lugares de otros se convierten en la inusual amistad virtual”.

A partir de estas visiones se crea un espacio de debate estéril, en donde no hay cifras ciertas o estadísticas que indiquen si los chicos son mayores o mejores lectores. Lo que sí es seguro de analizar es la incorporación de nuevas tecnologías que abren nuevas posibilidades de lectura por medios no tradicionales, entre ellos el libro digital. Para algunos es una amenaza pero para otros una nueva alternativa de lectura.

Respecto a la incorporación de formatos digitales, Fabián Soberón sostuvo que “la producción de libros digitales cambia el soporte pero no el sistema (los sistemas de lectura y producción de pensamiento) ni la pasión por lectura. El libro digital es un medio diferente pero no una revolución estética ni política diferente. El meollo de la cuestión lectura-escritura-pensamiento no se modifica. Por lo tanto, el debate no pasa por el medio sino por el motor o por el fin”.

De este modo, la incorporación de nuevas tecnologías ha ampliado las maneras de percibir el mundo y ha generado nuevas formas de apropiarse de la realidad, como ser la lectura. Y es por esto que, explicó Soberón, no es necesario obligar a leer sino que lo importante es proponer una invitación. “Podría retomar la invitación que ya han hecho pensadores, pedagogos y escritores. Podría decir lo que otros ya han dicho. Prefiero repetir lo que han dicho algunos: leer es releer. Escribir es reescribir. Y siento que el placer de la repetición depara una de las formas del paraíso. Por eso les dejo una idea y una imagen: la invitación al paraíso bajo la forma de un libro”, finalizó.

Exequiel Reinoso

ereinoso@colectivolapalta.com.ar

*Fabián Soberón es escritor, docente universitario y periodista cultural. Nació en J. B. Alberdi, Tucumán, Argentina, en 1973. Ha publicado la novela La conferencia de Einstein (UNT, 2006); los libros de relatos Vidas breves(Simurg, 2007) y El instante (Ed. Raíz de dos, 2011); la crónica Mamá. Vida breve de Soledad H. Rodríguez (Ed. Culiquitaca, 2013) y ensayos sobre literatura, arte, música, filosofía y cine en revistas nacionales e internacionales. El Fondo Nacional de las Artes publicó textos suyos en la Antología de la Poesía Joven del Noroeste (Fondo Nacional de las Artes, 2008).

Es Licenciado en Artes plásticas y Técnico en Sonorización. Fue docente de Historia de la Música en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente se desempeña como docente en Teoría y Estética del Cine (Escuela Universitaria de Cine), Comunicación Audiovisual y Comunicación Visual Gráfica (Facultad de Filosofía y Letras). Fue finalista del Premio Clarín de Cuento 2008. Con su novela Atalaya obtuvo una mención en el Premio de Novela Breve de Córdoba, con el jurado integrado por Angélica Gorodischer, Tununa Mercado y Perla Suez. Ganó el Segundo Premio del Salón del Bicentenario. Actualmente colabora con Boca de Sapo (Buenos Aires), La Capital (Rosario), El Pulso Argentino (Tucumán), La Gaceta Literaria (Tucumán) y Nuevo Diario (Santiago del Estero). Escribe crítica de cine en Punto Uno (Salta). Es miembro del consejo editor de la revista Imagofagia(Capital Federal).  Ha dictado talleres de escritura en Santiago del Estero, Tucumán y Buenos Aires. Ficciones de su autoría han aparecido en Ñ (Bs. As.), El Pulso Argentino (Tucumán), La Gaceta Literaria (Tucumán), entre otras publicaciones.