La vida en un tweet

Parece una frase más entre las que pueden encontrarse en la puerta de un baño de mujeres. Pero en lugar de ser una declaración de amor, un clasificado o una reflexión, ésta es un pedido de ayuda que en su brevedad resume uno de los problemas más urgentes en los tiempos que corren: la trata de mujeres.

Este grito silencioso apareció en una estación de servicio de la provincia de La Rioja y se multiplicó espontáneamente en las redes sociales. No es casualidad que una frase tan corta haya encontrado en Twitter un canal para llegar a personas que, de otra manera, jamás habrían sabido de ella. ¿Conocés esta letra? es la pregunta que acompaña a la foto y que quizá un familiar desesperado pueda contestar.

Éste es solo un ejemplo de los miles de mensajes que, condensados en 140 caracteres, viajan de una computadora a otra sin conocer límites de tiempo y distancia. Los tweets, despojados de todo formalismo, reflejan sentimientos, ocurrencias, preocupaciones, todo lo que mueve a un mundo cada vez más conectado. Twitter se ha transformado en un medio de comunicación masiva con tanta (y a veces más) credibilidad que los portales de noticias. Comparte con ellos la voracidad y cierta inclemencia, y se resguarda en el humor, la exageración y el sarcasmo para hacer la realidad más atractiva o digerible.

Entre tanto que el mundo tiene para decir, hay tweets que resaltan por mérito propio, sin necesidad de artificios. Así, miles de personas sin relación entre sí pueden enterarse al unísono que el Hospital Borda lleva más de un mes sin gas, sin periodistas con cara de qué barbaridad ni discursos políticos interpuestos. La verdad desnuda y concisa tiene lugar en Twitter. La esperanza también. Hoy, sin ir más lejos, la noticia pasa por los 6 años de Agostina, que pueden ser muchísimos más gracias al transplante de médula ósea que va a recibir en las próximas horas.

Cuántas cosas entran en 140 caracteres. Pequeños retazos de humanidad que reflejan sin filtros de qué estamos hechos. Desde la rabia a la ilusión, desde el reclamo a la euforia, desde el rencor a la sorpresa, la vida misma entra en un tweet.