Hablar de lactancia, un asunto de salud pública
/“La Semana Mundial por la Lactancia Materna es un recurso bastante gastado” opina Rocío López, puericultora y docente. Sostiene que es usado por organismos de salud para visibilizar, pero con “lemas vacíos”. Están muy lejos de cumplirlos, llevando la práctica a los territorios. “Hay gente que está en instituciones, que trabajan por llevar, aunque sea un poco de estos lemas a la realidad, pero se les dificulta por falta de recursos”. Esta semana se utiliza como una vidriera, para decir que esa institución es “amiga de la madre del niñe” y queda todo en un discurso. Pero, fuera de la fecha particular y la idea de visibilizar ¿de qué hablamos realmente cuando hablamos de lactancia?
Lactancia, historia e industria
Hablar de lactancia puede, para algunes, parecer sencillo. ‘Dar la teta’ es algo natural, biológico y en el imaginario colectivo, orgánico. Tendría que fluir de manera sencilla y sin muchas complicaciones. Lo cierto es que existen diversas aristas que complejizan la lactancia, algunas propiamente biológicas: un frenillo lingual corto en la cría, que se conoce como anquiloglosia (lengua atada o anclada). En estos casos el movimiento de la lengua es desde prácticamente ninguno a movimientos de escaso recorrido, lo que impide que puedan amamantarse o que lo puedan hacer adecuadamente. Por lo tanto, en algunos casos es necesario practicar una frenotomía al bebé para que sea capaz de realizar los movimientos correctos que le permitirá establecer la lactancia.
Por otro lado, existen muchas otras limitaciones por parte de la sociedad: principalmente la apropiación masculina de la leche materna a lo largo de la historia, como denuncia Esther Vivas, autora de Mamá desobediente, en sus redes sociales. Desde el inicio de los tiempos, fueron hombres quienes decidieron sobre los cuerpos de las mujeres: sobre sus lactancias promovieron prácticas esclavizantes, firmando entre ellos cláusulas y contratos en los que ponían precio a tetas pobres que alimentaban hijes aristócratas. La llamada “lactancia mercenaria” no era un acuerdo entre mujeres, sino entre hombres. El padre de la cría firmaba un contrato con el esposo de la nodriza, quien se comprometía, a cambio de una retribución, a que su mujer alimentara a la cría. “La lactancia mercenaria impuesta por los varones fue un mecanismo de control del cuerpo y la sexualidad femenina”, afirma Vivas.
Para la industria que todo lo vende y mercantiliza, una mujer en periodo de lactancia se convierte en ‘menos productiva’, por lo que la solución está en la fórmula. La industria farmacéutica y la alimenticia de la mano de un marketing eficiente vende la fórmula como la gran solución, e incluso como el ticket emancipador a esa mujer a la que se presenta como presa de su cría. Hay que saber que el camino a ese ticket que promete “niñes con dientes sanos e inteligentes” no fue recto y exitoso. Los primeros ensayos en alimentación infantil con leche de vaca ocasionaron una gran mortalidad. Hasta el siglo pasado, los lactantes que no eran alimentados con el pecho fallecían en un porcentaje entre el 60-90 %, sobre todo por contaminación bacteriana de la leche que se les administraba. Después de 1960 fueron ganando terreno las fórmulas, cuya composición es similar a la leche humana.
“Hay un engranaje de conflictos de intereses de las industrias en torno a la alimentación de las infancias, que no tienen que ver con los nuestros”, afirma Soledad Barruti, periodista y escritora de Mal comidos y Mala leche entre otros. “La lactancia materna perdió por la afrenta corporativa. Fue una guerra donde corporaciones echaron por la borda a la lactancia materna. Quisieron sustituir el único alimento humano, gratuito, democrático, igualitario”. Soledad cuenta que la industria tuvo un plan sistemático para que la lactancia fuera tomada como algo oprimido. Sumado a leyes laborales que hicieron que para mujeres que deseaban amamantar sea cada vez más difícil. Por todo esto, se crearon leyes muy rigurosas para la publicidad, para que los médicos no recomienden productos por encima de la lactancia y regulaciones en la producción, que hace que el producto sea estándar entre uno y otro. “Cuando está la publicidad presente, se genera un acto de violencia sobre la verdad y la realidad en un momento de vulnerabilidad que es el puerperio”, asegura.
La Semana Mundial de la Lactancia Materna fue instaurada oficialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) en 1992. Desde su origen propone acciones que deben ser fundamentalmente acompañadas de políticas públicas. El lema de este año es: “Cerrando la brecha: apoyo a la lactancia materna en todas las situaciones”.
Mientras tanto, en Argentina…
Según un monitoreo de Gabriela Bauer, ex directora de Salud Perinatal y Niñez del Ministerio de Salud e integrante de la Cocina de los Cuidados, desde la asunción de Javier Milei como presidente, la situación es la siguiente:
Capacitaciones específicas y materiales de difusión: actualmente suspendidas.
Acompañamiento y certificación de Espacios Amigos de la Lactancia: bajó la demanda.
Construcción de espacios de lactancia en organismos públicos: suspendido porque dependía del Ministerio de Obras Públicas.
Conversatorios y publicaciones sobre corresponsabilidad en lactancia: no se realizaron más.
Apoyo al desarrollo de bancos de leche humana: sin avances.
Diseño y distribución de kits de lactancia: suspendido; la compra dependía del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad.
Compra de bombas y extractores de leche humana para maternidades: no se inició nueva compra, lo que se está distribuyendo es de gestión anterior.
Suplemento nutricional 1000 días para personas gestantes y personas que amamantan: lo único que está vigente es una transferencia mensual desde ANSES.
Desde Unicef, Verónica Risso Patrón, oficial de Salud y Nutrición, destacó la importancia de programas que acompañen. “Cualquier acción y política pública que promueva la lactancia, como la entrega de materiales y de información, es fundamental para quien amamanta y para el fomento de la corresponsabilidad social”, afirma.
En Tucumán, específicamente en Tafí Viejo, el municipio lleva adelante un programa que acompaña a personas gestantes llamado “Taficeñitos”. Junto al Municipio Unido por la Niñez y la Adolescencia (MUNA) demuestran que existen posibilidades reales de que se incremente la asistencia y presencia de Puericultoras y personal específico capacitado. Según cuenta Rocío López, puericultora y docente: “Nuestra presencia existe en las instituciones, lo que falta es decisión política. Si no, ¿por qué existen estos programas en un solo municipio y en el resto no?”. También asegura que el programa de Lactancia Materna del Ministerio de Salud las conoce, que han participado en varios eventos, pero nadie tiene el interés, todavía, en que coexistan con el resto de profesionales de la salud.
Puericultoras: acompañar tras bambalinas
La Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP) la define como la disciplina que se ocupa de brindar apoyo y acompañamiento en lactancia a las personas gestantes y sus familias desde el embarazo hasta el destete, capacitando al equipo de salud y compartiendo sus saberes específicos con el resto de la comunidad científica y educativa. El 17 de marzo de 2000 iniciaba la primera camada de puericultoras egresadas de una tecnicatura dictada por la ex Fundación Lactancia y Maternidad (FUNDALAM) en conjunto con la Universidad de San Martín (UNSAM). La tecnicatura duró muy poco, por lo que comenzaron a abrir escuelas que trabajan a distancia, ya no con un aval universitario. Rocío comenta que los títulos ofrecidos por estas escuelas “siguen siendo obsoletos y no garantizan la regulación desde el Ministerio de Educación, ni desde el Ministerio de Salud”.
Existe un proyecto de Ley de Ejercicio Profesional de la Puericultura que busca que quienes se han formado en escuelas avaladas por Unión de Puericultoras Argentinas (UPA) puedan hacer la validación del título sin la necesidad de volver a cursar la carrera. Con gran preocupación, Rocío afirma que la situación de las puericultoras es de total desamparo porque no tienen cobertura laboral. La complejidad también está en que trabajan con familias, con recién nacides, con puérperas: “hay algo que tiene que ver con el cuidado que no está funcionando desde los organismos que tienen que hacerse cargo”. Dilatar el tratamiento de la ley, no es solo dilatar la regulación, también es desproteger el cuidado de esas personas que se atienden con profesionales de la salud que no tienen un marco regulatorio. Las puericultoras vienen trabajando hace más de 20 años en el ámbito de la salud, invisibilizadas.
Algunas provincias, como Buenos Aires, están tratando el tema para ofrecerles regulaciones provinciales y que, de esa manera, se pueda trabajar de una forma más ordenada y cuidada. “Siempre tenemos negativas por parte de las instituciones de salud para nuestra contratación. Nuestro acompañamiento y servicio termina siendo elitista, un privilegio de clase”, comenta contundente la profesional.
Voluntarias, sí. Contratadas, ¡afuera!
“Cuando somos voluntarias tenemos un total recibimiento por parte de las instituciones, pero cuando necesitamos un ingreso laboral es negado porque no tenemos matrícula o título habilitante. Requerimientos que no cumplimos en la actualidad, pero tampoco se contribuye para que los tengamos”, afirma Rocío López. Esto ya ocurrió con otras profesiones, como los casos de kinesiólogos u obstétricas. “La única manera de estar presentes en un contexto de nulas políticas públicas, es en voluntariados. Eso implica jugar a la ruleta rusa con nuestra economía”, agrega.
Hay escuelas de puericultura que tienen servicios gratuitos. Las asociaciones civiles hacen un gran esfuerzo para que el acceso a una puericultora no se limite por cuestiones económicas. Son las mismas asociaciones quienes se hacen cargo de los honorarios de las puericultoras, lo que, a su vez, dificulta el abarcar a nivel nacional la necesidad y brindar acompañamientos de calidad y reales. Seguir manteniendo voluntariados es lo que permite acceso de las familias a internación conjunta. Hace que las prácticas profesionales se den de manera supervisada y de calidad para que la persona que egrese de esa institución pueda desenvolverse en distintos ámbitos y escenarios.
La situación económica y formativa de las puericultoras es muy compleja, ya que las actualizaciones son privadas y con un costo muy elevado. “No podemos seguir idealizando nuestra profesión, necesitamos tener nuestro ingreso económico, condiciones laborales dignas, protección y derechos laborales”, pide Rocío.
La forma de promover la lactancia humana es muy verticalista: no es suficiente con llenar los pasillos de afiches y entregar panfletos, dice, rotunda, la puericultora. “El lema de este año es muy liviano. Creo que realmente hay que exigir políticas públicas y regulaciones laborales que respeten, acompañen y no se reduzcan a cuestiones solo de deseo”. Rocío cierra su testimonio insistiendo en la necesidad de que las empresas que no acompañen a las madres sufran las penalidades correspondientes.
Las puericultoras son agentes esenciales para democratizar la información, para que la persona gestante tenga herramientas para decidir desde el conocimiento, sin violencias y siendo respetada en su deseo. Es por todo esto, que afirman: “Si la lactancia es un derecho, las puericultoras debemos tener ley”.