¿Por qué existe el día de acción para la despatologización trans?

Actualmente la transexualidad ya no es considerada —por la Organización Mundial de la Salud— una enfermedad mental, es decir, la transexualidad no debe ser diagnosticada y tampoco necesita tratamiento. En 2018 la OMS pasó a considerarla como una “incongruencia de género” y se incluyó en el capítulo “condiciones relacionadas con la salud sexual” de la CIE-11. Se trata de un manual de clasificación internacional de enfermedades que no se renovaba desde 1990.

Esto fue un logro de los activismos trans internacionales que se organizaron hace más de una década en la Red de Despatologización Trans. Desde allí se desprendió una campaña mundial: Stop Trans Pathologization (Alto a la Patologización Trans), que en sus primeros años tuvo alcance en más de 60 ciudades del mundo.

Pese a que se logró uno de sus principales objetivos –sacar a la transexualidad de la lista de trastornos mentales–, los activismos se mantienen críticos ante el término “incongruencia de género”.

La bióloga, filósofa e investigadora mexicana Siobhan Guerrero lo explica así: “El término ‘incongruencia’ parece todavía ejercer una patologización subrepticia producto de un sesgo cis-heterosexista. Es decir, refuerza la creencia de que lo ‘normal’ es la forma en que las personas heterosexuales y cisgénero performan al género. O por decirlo de alguna manera, la más natural, la más funcional o, en cierto sentido, la que se produciría por default. Aquí volvemos a encontrarnos con la idea de que son los cuerpos cis-hets (cis-heterosexuales) los que representan la cúspide de la naturalidad y normalidad, ahora bajo el rótulo de ‘congruencia’”.

Más allá del logro simbólico, las personas trans aún viven estigma, discriminación y violencias, a nivel institucional y social.

De acuerdo al último mapeo legal trans de la organización ILGA, en el mundo las personas trans (adultas, adolescentes o niñeces) aún tienen que someterse a diversos requisitos para el reconocimiento de sus identidades. El camino puede incluir juicios, peritajes psicológicos, tratamientos quirúrgicos, hormonales; pedidos de que la persona esté divorciada y no tenga hijes dependientes; internación en instituciones psiquiátricas, someterse a “ensayos de vida real” y esterilización para poder acceder a sus derechos humanos, principalmente el reconocimiento legal de su identidad y la salud integral, incluídos los procedimientos que les brinden bienestar en relación a su identidad de género sin tutelaje psiquiátrico o psicológico.

A raíz de todo esto, desde 2009 cada 22 de octubre se conmemora el Día de Acción por la Despatologización de las Personas Trans. Es una fecha donde los activismos y las personas trans y no binarias alrededor del mundo reivindican sus identidades, corporalidades y subjetividades, y visibilizan las consecuencias que genera patologizarlas.

¿Cuál es la situación actual?

La CIE-11 entrará en vigor hasta enero de 2022, pero cada país decide cuándo adoptarla. Y es que este manual, además de clasificar enfermedades, tiene implicaciones para que los Estados tomen decisiones acerca del financiamiento de los sistemas de salud; la elaboración de estadísticas para dar seguimiento a tendencias sanitarias; el desarrollo de políticas públicas de salud y la planificación de las prestaciones de servicios.

De acuerdo a la OMS, el que la transexualidad permanezca dentro del listado de enfermedades, se justifica debido a que “permanecen significativas necesidades de atención sanitaria que pueden satisfacerse mejor si esta condición está codificada en la CIE”.

Desde los activismos trans se exige, además de nombrar de una forma distinta la “incongruencia de género”, que la CIE-11 se adopte de manera expedita en los países para que se garantice el acceso y cobertura de la salud pública según lo establecido en el marco de Cobertura Universal de Salud. También existe un fuerte reclamo para que se desarrollen legislaciones y protocolos médicos que cumplan con una perspectiva de derechos humanos y prohíban cualquier tipo de patologización, así como que haya acceso a atención específica para personas trans.

Además, que el reconocimiento legal de la identidad de género se garantice por la autodeterminación y sin requisitos médicos o limitaciones por edad, estatus migratorio o identidad de género binaria.

Además, que el reconocimiento legal de la identidad de género se garantice por la autodeterminación y sin requisitos médicos o limitaciones por edad, estatus migratorio o identidad de género binaria.

¿Qué falta para la despatologización real?

En 2019, expertos de la ONU alertaron que aunque la reclasificación es una mejora importante, “hay una serie de problemáticas que quedan por abordar para lograr la despatologización total de las personas trans y de género diverso (…) la patologización ha tenido un impacto profundo en las políticas públicas, la legislación y la doctrina jurídica, y de esa manera ha penetrado en todos los ámbitos de la acción estatal en todas las regiones del mundo y ha impregnado la conciencia colectiva. Erradicar de la vida cotidiana la concepción de algunas formas de género como una patología será un proceso largo y difícil”.

Mateo Gorga, psicólogo y sexólogo, comentó a Presentes: “Es urgente que desde la psicología se empiece a escuchar a las personas trans y sus necesidades y dejen de ver a un libro como lo que puede definir la existencia de una persona porque es sumamente violento que sea un psicólogo quien acredite lo que una persona es. Y aunque la OMS y la CIE diga que ser trans no es un trastorno mental, sigue habiendo colegas en la psicología que se rigen de un libro (DSM-5) y asumen como dogma que las personas trans deben tener una disforia de género completamente marcada y si no, no es una persona trans y eso es sumamente violento porque lo que hace en lugar de aliviar, de acompañar, es provocar problemas graves en la salud mental, nos homogeniza y encasilla en la idea de que debemos tener este disgusto o rechazo completo a partes de nuestro cuerpo, para ser ‘lo suficientemente trans’, cuando en realidad no hay una sola manera de ser trans”.

“Ni siquiera fui a la clínica de identidad de género. Sabía que no aprobaría sus pruebas … genderqueer, sin historias clásicas de trans de la infancia, y ni siquiera estaba seguro de si quería hacer una transición médica. ¿Por qué tuve que mentir para ser yo mismo?”, este es el testimonio de una persona transmasculina de 27 años originaria de España y fue parte de la campaña “necesito la despatologización porque…”, impulsada en 2018 por la organización Trans Europe.

La patologización social de las minorías

Al respecto, Gorga agrega, “no nos pueden empaquetar en una sola forma de ser trans, hacerlo es parte de diagnoticarnos, más allá de lo médico, también es parte de una patologización social que abona al estrés de minorías, la ansiedad, los riesgos de posibles suicidios, la movilidad forzada de las juventudes, la idea de que hay algo que curar cuando no hay nada que curar, las violencias, la discriminación, estigma y exlusión en todos los ámbitos sociales, laborales, familiares y son consecuencias que no estamos tomando en cuenta y que tendrían que ser atendidas como un problema de salud pública”.

Desde su perspectiva personal, Mateo cree que una acción valiosa para frenar la despatologización es que exista y se impulse la educación sexual integral y que, de manera interna, entre personas trans se compartan espacios, experiencias y afectos.

“Escuchar la historia de vida de personas trans, encontrarnos, escuchar la diversidad de voces trans: mujeres trans, hombres trans, personas transmasculinas, transfemeninas, no binaries, o sea, escuchar cómo cada persona decide apalabrar su vivencia fue lo que me permitió dar cuenta que mi vivencia era válida, que nuestras vivencias son válidas. Para mí de eso se trata la despatologización, de escuchar a personas trans y dar cuenta que siempre hemos existido, que somos parte de la diversidad de seres humanes”.