Entre el saber y el olvido
Al pie del cerro taficeño la brisa se desliza lentamente y se impregna de una sensación agridulce de saber, experiencia, dolor, alegría y tristeza. En medio del silencio y la soledad se ubica el Hogar de Ancianos San Alberto, institución que días atrás cumplió 25 años de asistir y acoger a los ancianos de la provincia. A lo largo de los años muchas personas pasaron por sus instalaciones. Algunas se fueron para no volver y otras regresaron al poco tiempo. Pero desde hace más de 10 años, la figura de Leticia Fastert forma parte de las instalaciones. Ella es la residente más antigua del hogar. Durante su estadía vivió muchas situaciones pero algo de lo que nunca se olvidará es el día en el que se inauguró una sala de recreación con su nombre. El hecho la llena de alegría y se complace en saber que su marca quedará por siempre en el lugar.
Al igual que Leticia, los 80 ancianos que viven en la institución esperan dejar su marca en hogar o en alguna de las personas con las que diariamente comparten sus emociones, incluyendo el abandono. Quizás, aunque parezca raro, podría definirse al San Alberto como una gran familia en crecimiento. Algunos se van y otros llegan.
El día que el San Alberto cumplió sus bodas de plata, muchos visitantes llegaron al hogar y la alegría colmó hasta el último rincón. Al día siguiente, el olvido volvió a la vida de los ancianos. Esos visitantes, al igual que muchos familiares, se hacen presentes solo para las fechas importantes.
Los días trascurren y la vida de la institución y sus residentes avanza a paso lento, en medio del silencio y la soledad, esperando poder brindar su experiencia de vida. Con el relato de pequeñas historias se trasmiten muchos conocimientos. Los ancianos del San Alberto tienen mucho que contar, solo falta quien los escuche.
Exequiel Reinoso
ereinoso@colectivolapalta.com.ar